martes, 4 de marzo de 2008

Objetivo de nuestro movimiento de Cursillos

Siempre contando con la gracia de Dios para irlo consiguiendo, nuestro Movimiento de Cursillos de Cristiandad tiene por objetivo propiciar a todo hombre o mujer, que quiera poner los medios adecuados, un encuentro real, vivo y gozoso con el Cristo del Evangelio, el de verdad, el que nos presenta la Iglesia, para que a su contacto por la gracia que obra en los Sacramentos, cada uno pueda ir alcanzando en su vivir, el gozo de ser y de sentirse cristiano.

Entendemos que para llegar a los hombres, Cristo no se hace estructura, sino hombre, Persona. Y su presencia en la persona del cristiano se hace real, aunque invisible, por el Bautismo, que nos hace, al cultivarlo, conscientes de nuestra identidad, de nuestra dignidad, y de nuestra grandeza.

Entendemos también que no se puede ser más que cristiano, pero sí mejor cristiano. El hombre tiene una tendencia innata a hacer siempre más y mejores cosas, pero, sin duda ninguna, ni las cosas, ni los acontecimientos consiguen llenar el vacío que, tarde o temprano, experimenta. Ya que para poder dar sentido a su vida, el tener, el saber y el poder, han de ceder la preferencia al amarse a sí mismo, por el hecho de sentirse amado por Dios, que es lo que le capacita y le impulsa a amar a los demás, a todos los demás, en Cristo.

Contemplamos que la persona es más importante por la actitud que sabe adoptar ante lo que no puede hacer, que por lo que ha hecho, pero el camino de lo que el hombre puede llegar a conseguir, viviendo en gracia, es casi ilimitado, sobre todo si la activación y el aliento para recorrerlo, es fruto de una opción libre y personal. Creemos que este es el camino para llegar a conseguir un clima colectivo que no salga del mundo natural, normal y humano en que a cada uno le ha tocado vivir

Lo que pretendemos es que, la persona sin desubicarla del lugar geográfico en que se encuentra, pueda vivir en cristiano en su mundo habitual, sin tratar de coaccionarle o extorsionarle con "ofertas de perfección'' que no encajan con su mentalidad de laico, y que pueden, si se extrema la presión, adulterar su sinceridad y su autenticidad, cualidades indispensables para poder ser levadura que vaya fermentando en cristiano su ambiente

Lo que más nos interesa de la persona que ha vivido un Cursillo, por encima de todo lo demás, es no estorbar ni extorsionar su proceso personal de conversión. E1 proceso que todo encuentro con Cristo por la gracia suscita e inicia en cada cristiano que queriéndolo ser de verdad, pone los medios adecuados.

Al salir de Cursillos, normalmente el Señor nos concede que el Cursillista entienda lo que es ser persona. y que quiera serlo. No tiene ninguna frontera, porque su frontera es su posibilidad optimizada por la gracia. Todas las intenciones, actitudes y posturas, encuentran un vigor nuevo al motivarlas, dinamizarlas y acrecentarlas en la órbita de la Fe. Se es radicalmente original, espontáneo y oportuno. Lo que se vive, por el hecho de vivirlo, se muestra y se contagia con naturalidad, normalidad y humanidad. Al ir siendo lo que es, no necesita dejar de estar donde estaba. Cada momento vive con más ilusión donde está, porque acierta ver con luz siempre nueva la cotidiano.

Mientras tiene ahí su punta de avance, y no en "ofertas apostólicas secundarias"; propuestas con la mejor voluntad, capta, saborea, y hace eficaces, todos los medios que el post-Cursillo le ofrece, va que los emplea para todo lo que son necesarios, v sólo para lo que son necesarios.

Mientras avanza en esta órbita, el eco que produce su postura en su circunstancia concreta, en su familia, con sus amigos, en su profesión, en el deporte, o en su negocio, hemos podido comprobar que es de una eficacia sorprendente, que no se puede en manera alguna comparar con lo que se consigue, cuando desubicándolo, se le mete en cualquiera de las "ofertas apostólicas" que tanto abundan en el mercado de lo pío, que pueden y son sin duda muy buenas, pero que tal vez no cuadran con su mentalidad.

Como queremos movernos en el terreno de las realidades vivas, históricas y concretas no olvidamos que el proceso de promoción personal y colectivo es a veces interrumpido o desviado por el egoísmo personal, que produce individualismo y por el colectivo que genera fanatismo. El único disolvente de ambas cosas es el Evangelio: y la Fe, la Esperanza y la Caridad que el querer encarnarlo en la vida supone e implica.

Porque si todo tiene que partir de la persona, entendemos que no es conveniente, de cara a lo que perseguimos complicarla con ninguna estructura. Las virtudes teologales son las únicas vías que, sin lastimar la persona, 1a abren al cambio de lo dinámico y le dinamizan el cambio. Pues ellas, partiendo del lugar que hace la persona a Dios, la plenifican, descubriéndole y concientizándole las áreas concretas de sus posibilidades de avance y de su específica creatividad, cualquier actitud que no arranque y se apoye en ésta, será algo siempre superpuesto y teledirigido

El índice del citado avance hacia todos los cuadrantes que esta visión supone, rebasa siempre todos los esquemas. Es difícil prever hacia donde puede llegar un cristiano, y aún más un grupo de cristianos, potenciados por la Fe. Pero de una Fe viva, que avive la vida, no por una religiosidad hecha costumbre que, en lugar de expresar la Fe, la fosiliza.

Nuestro objetivo es ir logrando que, por la gracia de Dios y las oraciones de muchos, haya cristianos verdaderos en todas las arterias vivas del humano existir, y que sin desgajarse de él, sepan adoptar una aptitud convencida y decidida que les ponga en disposición de ir descubriendo en sí mismos y desde sí mismos, en los demás y entre los demás, la trayectoria viva que lo cristiano vivo va avivando en ellos y en su entorno, al polarizarse, encarnarse, expresarse y comunicarse, a través de los que, en la arena de lo cotidiano, saben ser luz e impulso para los demás, con tanta naturalidad, que la multiplican y la contagian por su manera personal, radical y espontánea de realizarla desde la firme convicción y la plena libertad del que se siente hijo de Dios.

Hablar de libertad sin contar con la libertad interior de uno mismo, es olvidarse del último y decisivo eslabón con que termina y se conecta a la persona la cadena de libertades de cualquier clase o tipo que sea, que vaya consiguiendo.

Es que aún las libertades apuntadas, consignadas y exigidas en la Declaración de los Derechos Humanos, se estrellan al chocar con la postura del que por confusión, por desinterés, por despiste o resentimiento, no ha encontrado todavía el camino de su libertad interior, cosa de todo punto precisa y necesaria para captar, poseer y ejercitar todas las demás libertades.

Estas ideas, que resumen y sintetizan lo que debe ser el cristiano laico hoy, al ser explicitadas en vivo y en directo por quienes las viven respaldados por las oraciones de los hermanos; consiguen que los que responden al llamamiento del Cursillo puedan encontrarse consigo mismos, con Cristo y con los hermanos, y descubran también la manera de que estos encuentros se vayan convirtiendo con el tiempo en auténtica amistad.

Eduardo Bonnín

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