domingo, 25 de octubre de 2009

Homilía de IV Ultreya Mundial

Mis queridos hermanos Cursillistas:
Una cosa me sorprendió muchísimo, muy positivamente, cuando hice el Cursillo en 1958, hace 51 años. Sacerdote joven, de un año de ordenado, fuí invitado a hacer el Cursillo. Entré el jueves por la tarde, y salí el domingo por la noche. Yo no conocía nada de Cursillos; pero andaba por España trabajando en mi tesis doctoral, y me invitaron… Y fuí! Me llamó la atención profundamente la alegría que había en todos ellos. No solamente en los dirigentes, los rollistas (que lo hacían muy bien), sino en los que terminaron el Cursillo, y se sentían liberados, se habían quitado un peso de encima. Se habían sorprendido ante la Gracia de Dios, la misericordia de Dios, el perdón tan generoso. La alegría en Cristo era notable!
Y yo pienso que la característica del cursillista debe ser una alegría profunda. No la del mundo. No es la alegría del mundo. Es la alegría que hay en Cristo nuestro Señor. Esa alegría que se anunció cuando Cristo vendría al mundo. Le dijo el ángel Zacarías, el padre del precursor: “Habrá mucho gozo en el mundo… Te traigo una grande alegría para el mundo.” Y a los pastores, la noche del nacimiento “Les anuncio un grande gozo… Ha nacido el Salvador.” El Cristiano debe llevar una profunda alegría en su corazón; sino, no es cristiano. Es una alegría en Cristo nuestro Señor. Que lo hace a él feliz y lo hace apóstol.
Nuestro Santo Padre Benedicto, cuando era el cardenal Ratzinger, en un libro que se llama “Sal de la Tierra” (Se lo recomiendo, todavía es actual), dijo: “la alegría que no se comparte, no es alegría.” Nadie que está felíz y contento… Nadie que está felíz y contento se calla. Lo dice, lo comunica, lo lleva a todos lados. Y Si te has encontrado a Cristo. Si te ha perdonado, no nomás en el Cursillo primero; sino a lo largo de tu vida, una y otra vez… Poniendo en práctica lo que le dijo a San Pedro, “hasta 70 veces 7…” Si has gozado la misericordia de Cristo nuestro señor, debes estar muy alegre, y muy agradecido y muy confiado. Porque el que comenzó esta Buena Obra, la de la Salvación, Él la llevará a término. A los que de antemano predestinó, los llamó, los crucificó y santificó, y los beatificó. La cadena de beneficios de la misericordia infinita de Cristo, nuestro Señor para nosotros, sus elegidos.
Un verdadero cursillista… Quién es? Uno que es alegre; pero en Cristo… Que comunica la alegría a los demás. Un verdadero cursillista es aquel que está y sigue enamorado del Señor. Por lo tanto sigue unido a Cristo nuestro Señor. Unido en la fé -- cree en Él. Unido en el amor -- lo ama… Unido en el servicio y en la obediencia a Cristo nuestro Señor. Y esa vida Cristiana tiene que mantenerse con la gracia de Dios; porque no es del hombre.
Cuántos habrán hecho el Cursillo, y cuantos han perseverado y cuantos no han perseverado. Fueron llamados, fueron hechos partícipes de esta gracia y depués se enfriaron, se fueron retirando, y volvieron a la vida anterior. Todo cursillista debe vivir de la Eucaristía y de la confesión.
Las lecturas de hoy nos invitan, el Señor nos invita a acercarnos a este pan del cielo, al Nuevo Maná. En el desierto Dios dió a su pueblo el maná; pero murireron. Cristo nuestro Señor es el Maná bajado del cielo que nos manda nuestro padre celestial; y el que lo come vive. Y vive eternamente. No se puede ser cristiano, no se puede ser en realidad cursillista si no se vive de la Eucaristía. Y para vivir de la Eucaristía, para recibirla dignamente, fructuosamente se necesita también el sacramento de la penitencia. Hay que ir con frecuencia a ese tribunal de misericordia que es la penitencia.
El verdadero cursillista, porque ama a Cristo, ama la iglesia. Ama el cuerpo de Cristo, nuestro Señor, con un amor no platónico, un amor concreto, un amor que es compromiso con la Iglesia, comunión con la Iglesia… Con la iglesia de hoy extendida por todo el mundo, con su Vicario, sus Ministros, Obispos, Sacerdotes, y con todos sus fieles. Una iglesia que tiene grandes proyectos, para responder a grandes preocupaciones.
El cursillista no puede vivir ajeno a esas procupaciones de la iglesia, y ustedes bien saben cuáles son. Está el asunto tan grave de la familia y de la vida.
La iglesia está llamando constantemente a tomar cartas, a defender la familia, institución divina, núcleo fundamental de la sociedad y de la iglesia, obra del Señor. A defender la familia contra el divorcio, la anticoncepción, las uniones libres, etc. etc. Hay un ataque constante a la familia… Y la iglesia, en obediencia al plan de Dios, a la palabra de Dios defiende la familia.
El cursillista debe también estar con la vida, como está la iglesia de Cristo Nuestro Señor, con la vida. No aborto!.. No anticoncepción!... No eutanasia!... y otras cosas que se mueven en este mundo de ahora tan alejado de Dios, buscando sus propios caminos, sin el Señor.
El amor a la Iglesia es communión, formamos el cuerpo de Cristo. Somos miembros de ese misterioso organismo. Él es la cabeza, nosotros sus miembros… Con muchos dones, charismas y ministerios. A cada quien le da Dios el suyo; pero son para el bien de todo el cuerpo.

El cursillista no puede ser un individuo ensimismado, que vive su vida Cristiana muy a lo particular buscando su propia salvación sin preocuparse de la salvación de los demás. Porque el Señor quiere discípulos, Sí; pero también quiere misioneros. A Los que llamó, como dice el Evangelista San Marcos, los llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos.
La vida pública de Cristo comenzó con la misma parabra “vengan” y terminó con otra palabra “vayan por el mundo... Lleven el Evangelio a todas las naciones.”
El Señor te ha llamado de una manera especial cuando te trajo al Cursillo, “vengan!” Lo has conocido, has gozado de Él, ha iluminado tu vida, te ha llenado de paz tu corazón; pero el Señor te está diciendo “ahora vé…” Vé!
Si falta esta segunda parte, del “ir,” no estás cumpliendo con el Señor. Discípulos y misioneros, enamorados de Cristo; pero comprometidos con su reino, con la evangelización, con el testimonio en el mundo para meter el Evangelio como fermento en todas partes.
Nuestro Santo padre Benedicto nos ha regalado su tercera Encíclica (acaba apenas de salir) “Caritas in Veritate.” El Santo padre quiere fundamentalmente en esta Encíclica darnos a entender que hemos de procuparnos porque Dios, Dios esté en el mundo, en las realidades temporales, que esté en la economía, que esté en la política, que esté en la educación, en las ciencias y en las artes.
La crisis económica mundial, que estamos sufriendo… A qué se debe fundamentalmente? No habido sequías, no ha habido terremotos, no ha habido plagas, no ha habido guerras, y estamos en crisis. Por qué? Por la falta de moral!.. Porque les ha dado por decir a los grandes señores del dinero “ la economía tiene sus leyes, la economía tiene sus leyes.” Ya sabemos que esas leyes son: las del provecho, las de la ganacia sin ningún miramiento moral.
Y no es así. Todo lo que el hombre hace, siendo ser libre, imagen de Dios… Todo lo que el hombre hace tiene que sugetarse a la moral. Tiene que estar bajo las leyes de la moral para que sea realmente una obra humana y una obra correcta, y de bien para todos. No podemos, por lo tanto, en las cosas del mundo, ser indiferentes, dejar de ser fermento y luz.

Y empecemos por la gracia! El Cursillismo es un movimiento laical. Los laicos tienen familia… Como viven las familias cristianamente? Los laicos tienen negocios, tienen empresas… como los llevan? Con los criterios del Evangelio, o con los criterios de la economía? Realizan la política… Deben realizar la política, muy bien dice el Papa en la Encíclica, la iglesia no hace política… No!.. Pero los cristianos sí!.. Porque son ciudadanos y deben hacer la política Cristiana.
El compromiso del reino de Dios es con Cristo nuestro Señor, que nos ha llamado. Sí, para hacernos felices, y llevarnos al cielo; pero mereciendo. Haciendo su obra, dando testimonio, llevándolo a Él por todas partes.
Termino con lo que dije al principio, la alegría… La alegría del creyente, la alegría del cursillista es algo muy importante sobre todo para este mundo triste. Si ustedes se fijan en los rostros de las poblaciones que no tienen fe, no son rostros alegres, son rostros tristes. Y tratan de disimular la tristeza con mucha diversión, mucho entretenimiento; pero en su corazón no llevan luz de alegría porque no tienen una ventana al futuro. Y la alegría de los creyentes, la felicidad que noten en nosotros es un testimonio a favor de la fe, a favor de Cristo, nuestro Señor
Que Cristo, que está con nosotros en este santo misterio que celebramos, gane ahora y siempre nuestro corazón… Que nos haga sus discípulos y sus apóstoles. Y que la virgen Santísima, la Madre del Señor, la que lo engendró y nos lo regaló, esté también en la devoción, en el corazón de cada cursillista. Es madre de Gracia y de Misericordia, y garantía de nuestra salvación.
Así sea!
Cardenal Sandoval Iñiguez