sábado, 18 de julio de 2009

“SACERDOTES: servidores de la ESPERANZA”


Llamados a animar la vida
¿En qué consiste ser sacerdote?
Pbro. Cristián Precht Bañados

Con frecuencia la gente nos pregunta, ¿en qué consiste ser sacerdote? Y cada tiempo tiene su respuesta:
Ser sacerdote es ser pastor, como Jesús. Es ser hombre de Dios y de los hombres. Es ser hombre del altar. El que preside la Eucaristía y otorga el perdón. Ser sacerdote es también ser profeta o predicador. El hombre dedicado a la palabra de Dios.
Todas estas respuestas son acertadas, verdaderas. Todas señalan un rasgo esencial del ministerio pastoral. Y, por ende, un rasgo constitutivo de la Iglesia del Señor.
Pero la pregunta se vuelve a repetir. Espontáneamente el sacerdote recurre a su experiencia y cuenta el sentido de su vida de una manera que todos puedan comprender.
Cuando a mí me formulan esta pregunta: la respuesta surge espontánea: ser sacerdote es ser animador. /…/ Y siento que para eso nos ha llamado el Señor: para alentar a los que están abatidos, para animar a los que están agobiados y para consolar a los que están tristes. Para anunciar buenas nuevas a los pobres, para liberar a los cautivos y anunciar el tiempo de la Gracia del Señor. Para animar la fe que se oscurece, fortalecer la esperanza que vacila y dar un beso en la mejilla al amor que se ha cansado.
El Señor nos ha llamado para animar, para consolar e interceder. Para ir hasta el fondo de cada tumba a anunciar al Señor Resucitado. Y para conducir a los hermanos, a las hermanas hasta las fuentes del Espíritu.
Animar es descubrir el alma de las cosas. Es descubrir el sentido de la vida. Animar es vivir en el Espíritu y celebrar la presencia del Señor en la Liturgia para que a la gente le “vuelva el alma al cuerpo”…

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